Liérganes, uno de los pueblos más bonitos de España
Explorar Liérganes nos permite disfrutar de un excelente conjunto de edificios barrocos y neoclásicos; casonas montañesas y palacios indianos; iglesias, capillas, ermitas, puentes y molinos que se alternan; integrando con naturalidad estilos y épocas.
El actual término municipal de Liérganes esta constituido por la anexión de tres pueblos, el propio Liérganes, Pámanes y Los Prados, anexión que se produjo en 1813 y que permanece hasta hoy, no sin resistencias y desgajamientos, pues Rucandio, un pueblo colindante, se unió al Ayuntamiento de Riotuerto, cuando inicialmente pertenecía a Liérganes, lo mismo que Anaz, inicialmente unido a Pámanes.
Tres acontecimientos hicieron prosperar al pueblo de Liérganes, el cultivo del maíz, la construcción de una FÁBRICA DE ARTILLERÍA, y el aprovechamiento de sus aguas sulfurosas mediante la construcción de un BALNEARIO.
Fábrica de artillería
Se instaló en el año 1622. Fue la primera Fábrica de Artillería, municiones y piezas de hierro colado conocida en España. Formó parte de un complejo industrial que alteró profundamente, no sólo a Liérganes, sino a un extenso territorio que iba más allá de Cantabria. Creció el potencial económico de Liérganes, permitió el desarrollo de empresas subsidiarias e incluso de empresas no relacionadas con los altos hornos. La Fábrica fue atendida por familias enteras de flamencos que llegaron a ser el 15,27% de la población, lo que originó problemas con los lugareños, que no los aceptaron hasta trascurridas más de cuatro generaciones; así en 1690 el concejo acordó que ningún vecino les pudiera vender, enajenar, ceder, donar ni mandar bienes raíces. A finales del siglo XVII este proceso industrial fracasa.
Balneario de la Fuente Santa
A fines del siglo XVII ya se utilizaban las aguas por los enfermos de las inmediaciones pero es a mediados del siglo XIX cuando el Balneario de Fuensanta, que así se llama, empieza a cobrar un protagonismo que ya a finales del siglo hace girar toda la vida de Liérganes en torno a él, creándose una estación de ferrocarril, un nuevo puente y dos paseos arbolados.
Además se desarrolló un cinturón de hoteles, fondas, cafés, casino y teatro que brindaron una «vida social» a los numerosos bañistas que al Balneario acudían, y que afectó igualmente a la población autóctona.
ARQUITECTURA
Arquitectura Renancentista
Los testimonios más antiguos que encontramos en Liérganes son del siglo XVI. La sobria torre gótica de aspecto feudal ha sido abandonada en favor de la arquitectura renacentista. Se construyen palacios que todavía evocan a las torres medievales por tener gruesos muros, escasas ventanas y un hastial escalonado que recuerda a las almenas.
El renacimiento supone una transición entre el gótico y el barroco, y muestra rasgos estilísticos comunes: la simetría y la proporción de los edificios, así como la labra de molduras decorativas en las pilastras. Con frecuencia las construcciones del periodo que se pueden encontrar en Liérganes han sufrido sucesivas reformas posteriores; de tal manera que sus portadas originales, con arco de medio punto, aparecen actualmente en el interior de soportales que forman nuevos cuerpos añadidos a la fachada original.
Arquitectura Clasicista
La segunda mitad del siglo XVI y los comienzos del XVII suponen la introducción del clasicismo en la arquitectura del Miera. Varias son las causas para su desarrollo.
Por un lado, los personajes notables de la comarca que alcanzan relevancia pública en Madrid y que, desde allí, encargan la construcción de residencias en sus pueblos de origen. Por el otro, es consecuencia de la actividad de artistas y artesanos cántabros –sobre todo los apreciados canteros trasmeranos- que aprenden los secretos del nuevo estilo en las numerosas obras que se realizan por toda la península ibérica.
Finalmente está la influencia de las órdenes religiosas que buscan la severidad de rasgos frente al ornamento y la exuberancia plateresca. La construcción del Escorial por el arquitecto cántabro Juan de Herrera, marcó un hito que derivó en el estilo clasicista que se ve reflejado en algunos palacios de Liérganes con características comunes: sobrios y austeros; con poderosos muros y escasos vanos decorados por pilastras. En sus portaladas y fachadas se incorporan escudos y blasones que evidencian un afán de notoriedad y promoción personal de las clases hidalgas. Una manera de demostrar su poder, antigüedad y valía (a veces real, otras oportunamente exagerada).
Arquitectura Barroca
En la primera mitad del siglo XVIII, el nuevo marco social y el regreso de los primeros indianos trajeron consigo la necesidad de una arquitectura menos austera y más pomposa. El objetivo era demostrar públicamente el éxito personal y el poderío social alcanzado.
Poco a poco se empieza a introducir en Liérganes el estilo barroco. Los edificios abandonan la austeridad clasicista, y se adornan con suntuosas columnas salomónicas cubiertas con decoraciones vegetales. prominentes aleros, frontones muy resaltados y recargados escudos nobiliarios.
Con sus pequeños secretos, estos edificios nos cuentan el desarrollo y evolución de Liérganes. Un relato colectivo de un municipio que, poco a poco, fue convirtiéndose en el principal centro socioeconómico de la comarca.
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Río Miera,
un río de vida cargado de historia
Puentes, molinos, ferrerías y presas: la revolución de la economía y las comunidades.
Río Miera
El río Miera forma parte de la historia de Liérganes. A pesar de su corta longitud, tan solo 41 kms, configura un valle tan diverso como pintoresco; atravesando pueblos de gran personalidad y definiendo paisajes muy dispares.
el Miera baja torrencial, con grandes crecidas y desprendimientos, por las fuertes pendientes, aquí se aquieta y sus aguas discurren mansas, formando tranquilos y profundos meandros.
El Miera nace a más de 1.250 metros de altitud en el Pico del Fraile, en pleno Portillo de Lunada; en medio de un valle glaciar por el cual sus aguas descienden entre estrechos desfiladeros. Tras bajar encajonado por San Roque y Miera, en su tramo medio el río se abre y ensancha en Rubalcaba, ya en el municipio de Liérganes. Si en su primer recorrido, el Miera baja torrencial, con grandes crecidas y desprendimientos, por las fuertes pendientes, aquí se aquieta y sus aguas discurren mansas, formando tranquilos y profundos meandros. En todo caso resulta una sensación engañosa: el valle donde se asienta Liérganes cuenta con una enmarañada red hidráulica que, en muchas ocasiones y debido a las abundantes precipitaciones, se ha mostrado torrencial y destructiva.
Puente Mayor
Construido en el año 1606 con piedra del propio río. De apariencia esbelta y ligera, tiene dos arcos de medio punto y de tamaño desigual y es conocido como “puente mayor” o “puente romano”. A pesar de las grandes avenidas e inundaciones que han asolado el valle de Liérganes a lo largo de su historia, se ha conservado en perfecto estado sin necesidad de grandes restauraciones.
Puente Mayor
Este puente tuvo un gran valor estratégico, ya que conectaba la comarca con el Camino de Castilla, hacia el Portillo de Lunada. Su construcción formó parte de la gran revolución de los transportes que se produjo en Cantabria hacia los años 1585-1590. El objetivo era afianzar las comunicaciones y establecer caminos seguros hacia la Meseta, para lo cual, los principales puentes de Cantabria, que eran entonces de madera, se reconstruyeron íntegramente en piedra.
Al lado del puente podemos contemplar uno de los molinos mejor conservados de Liérganes. Fue construido en 1667 y cuenta con una planta rectangular y arcos de medio punto para la entrada y salida de aguas. Estuvo en uso hasta finales del siglo XIX y actualmente alberga el Centro de Interpretación de la leyenda del hombre pez.
Juntos, puente y molino, se integran de manera natural en el cauce del río Miera y forma una de las estampa más características y bellas de Liérganes.
Puente de Rubalcaba
Está situado en el barrio de Rubalcaba, y se trata de otro puente relevante en el sistema de comunicaciones del camino real de Castilla. Forma parte de un hermoso conjunto con la ermita (que sacraliza el lugar de paso), con la presa y el molino harinero.
Data de la segunda mitad del siglo XVII y presenta dos arcos de medio punto de desigual tamaño y perfil de «lomo de mula». A lo largo de su historia, las fuertes y torrenciales avenidas de agua, han ocasionado numerosos desperfectos, obligando a su rehabilitación en diferentes ocasiones.
Desde el puente podemos observar la presa que embalsaba el agua para el molino. Hasta 1802 fue de madera y tenía que ser reparada con frecuencia. A partir de ese momento y pese a construirse con piedra, todavía será arruinada por las inundaciones en alguna ocasión más. El molino de los Cuetos, está actualmente rehabilitado como vivienda y data de 1679. Se trata de un edificio de planta rectangular construido en mampostería y con arcos rebajados, denominados “arcos carpaneles”.
Puente de la Estación
Dada su denominación se deduce que es de construcción posterior a la Estación del Ferrocarril, construida en 1913.
Adopta un tipo muy anticuado: «Desde mediados de siglo se continuó a buen ritmo la construcción de puentes carreteros de fábrica, siguiendo la tradición francesa (…) relativamente estrechos solían atravesar perpendicularmente el cauce, de modo que en ambas márgenes y en los encuentros con la carretera se producían peligrosas curvas…».