El Ayuntamiento de Liérganes celebró el último fin de semana de agosto -27 y 28 de agosto-, el 400 aniversario del Privilegio Real que Felipe IV otorgó al belga Jean Curtius (1551-1628)), lo que le permitió poner en marcha, en 1622, los trabajos de construcción de la Fábrica de Cañones. Tras el amplio y variado programa de actos que se llevó a cabo durante esos días, quedarán ya, como dos nuevos recursos culturales para los vecinos, turistas y visitantes, un museo virtual a través de un mosaico con QR (https://fabricacanoneslierganes.com/) en su emblemática Plaza de los Cañones, y un tótem de Realidad Aumentada en la calle Puente Mayor, que permitirá “ver” la fábrica como la veían sus contemporáneos. Precisamente en este último punto se emplazó un cañón de 48 libras que puso el colofón a esta conmemoración con un espectacular cañonazo.
El alcalde, Santiago Rego, ha valorado muy positivamente el desarrollo de los actos programados así como la participación y asistencia de vecinos y visitantes a los mismos. El regidor ha expresado además su agradecimiento a la comisaria de este cuarto centenario Montserrat Cubría, quien ha llevado a cabo su trabajo bajo la dirección y coordinación de la concejala de Cultura, Marta Cobo, a la que también manifestósu gratitud.
Al evento fueron especialmente invitados descendientes de flamencos y belgas residentes en Cantabria y, de hecho, asistieron familiares de Jean Curtius venidos desde Lieja para la ocasión, concretamente el barón y la baronesa, Ludovic y Marie-Laurence de Potesta de Waleffe. Precisamente el barón recibió de manos del alcalde una placa en reconocimiento a quien fuera su antepasado y fundador de la fábrica de cañones, Jean Curtius. Asistió también la Cónsul honoraria de Bélgica en Bilbao, Sylvie Lagneaux-Bonelli, así como el presidente del Parlamento de Cantabria, Joaquín Gómez y la consejera de Educación y Formación Profesional, Marina Lombó, entre otras autoridades.
La Real Cédula otorgada a Jean Curtius fue emitida el 9 de julio de 1622 por lo que se han cumplido 400 años de una efeméride que supuso que los dos altos hornos construidos en Liérganes fueran los primeros de la Península Ibérica y, junto a los de La Cavada, que se construyeron 25 años después, los únicos durante un siglo. Los altos hornos se fabricaron para fundir el mineral de hierro necesario para construir los cañones destinados a abastecer a la marina de guerra, el ejército y las fortalezas de la península y ultramar. De hecho, la mayoría de ellos fueron a parar a las baterías costeras de los territorios de Ultramar y a su Armada Real.
Aunque también estos hornos se emplearon para la fabricación de piezas de uso civil como morillos, herramientas, clavazón y alambre, así que lo que se ha conmemorado es la importancia que tuvo Liérganes desde el punto de vista de la siderurgia, o lo que es lo mismo, se ha celebrado un hito tecnológico que marcó el comienzo de la modernidad, haciendo posible la construcción de grandes estructuras.
Los altos hornos de Liérganes, y también los de La Cavada, fueron así el primer ejemplo industrial que tuvo la región a gran escala, y la primera industria siderúrgica española en la que se fundió hierro para la defensa del Imperio Español entre 1622 y finales del siglo XVIII, cuando cesó su actividad.